No sé poner límites
Home » Desarrollo  »  No sé poner límites
No sé poner límites
No estás sola. Muchas de nosotras o no sabemos o nos aterra poner límites, pero podemos aprender...

Está bien aceptar que no sabemos poner límites y que nos sentimos culpables o malos cada vez que intentamos establecer alguno, sobre todo que tenemos miedo al rechazo por establecerlos. Es de valientes aceptar algo así. Sin embargo, es más interesante aún preguntarnos si queremos aprender cómo establecer los límites necesarios porque ya no queremos sufrir; para cuidarnos y que nos sintamos bien en la relación que tenemos; para que la ansiedad por el agobio de tantas cosas que aceptamos hacer se vaya; y para que nos quedemos con la sensación de que estuvo bien ver primero por nosotras.

Te lo digo de inicio: no pasa nada si te sientes mala o culpable por poner un límite. Es una situación incómoda sentirse así, es verdad, pero el mundo seguirá girando y puedes sobrellevar esa incomodidad que pasará luego de un rato. Sentirse incómodo por cuidarnos, está bien.

Establecer límites no es nada sencillo cuando hemos crecido en hogares donde no había bordes ni fronteras respecto a la individualidad de cada persona, por ejemplo; o también es difícil sentirnos cómodas con los límites cuando hemos crecido en ambientes donde reinaba el caos y el desorden y/o porque alguno de nuestros padres padecía alguna adicción. Otro escenario de infancia que nos predispone a tener problemas con los límites es cuando no nos sentimos amadas por mamá de alguna manera y crecimos creyendo que teníamos que esforzarnos para que mamá nos viera, entonces hoy en nuestros vínculos ponemos un empeño desmedido por ser tomadas en cuenta y amadas.

Yo he sido una mujer así. Casi todo lo mencionado en el párrafo anterior describe mi infancia (jeje). Crecí creyendo que entre más daba, más me podrían valorar y me amarían (cosa que nunca sucedió). Que importaban más las necesidades ajenas que las mías. Mis deseos y necesidades quedaron totalmente sepultados, entonces ni los reconocía ni mucho menos les daba valor, y como cualquier otro ser humano yo también deseaba ser amada, pues aceptaba los deseos de los demás al relacionarme con ellos, sin preguntarme si a mí me interesaban o me convenían. Me callaba. Ignoraba mi sentir.

Me aterraba quedarme sola.

Con los años y mucho trabajo personal pude darme cuenta de que ese terror era un miedo desde infancia. Muchos años más han pasado en los que he podido caer en cuenta que hoy no pasa nada si me quedo sola, que es un miedo muy humano, pero que prefiero estar sola que seguir traicionándome al aceptar algo que no deseo y callando mi verdadero pensar y sentir. Que estoy dispuesta a aprender nuevas maneras, porque hay muchas otras formas más saludables, donde pueda relacionarme con otros y cuidarme a la vez.

Por eso trabajo mucho para mí y para mis consultantes con el regresar a nuestra esencia y reconectar con nuestra propia voz.

¿Y te digo algo más? Realmente no te quedas sola. Siempre habrá al menos una persona que pueda ayudarte, como me pasó a mí cuando tomé la decisión de aprender a relacionarme distinto y en ese momento estaban mi amiga Mari Jo y mi psicoterapeuta Raquel (uy! hace más de veinte años!). Puede ser que te pase que solamente esté tu psicoterapeuta y está bien. Luego y poco a poco encontrarás a otras personas con quienes convivir y disfrutar, sin sufrimiento.

Los límites con la familia y la pareja me parece que son los más pesados de sobrellevar, porque duele mucho el rechazo que podamos recibir de ellos cuando decidimos que ya no queremos, por ejemplo, ocupar los lugares que venimos ocupando de toda la vida y que tanto dolor nos han causado. Hazte de alguien de confianza a quien puedas contarle lo que esto te duele y que esa persona pueda hacerte ver que vas por buen camino al poner ese límite; que duele pero es lo mejor para ti. Sí, necesitamos mucho de esas porras mientras los límites se nos vuelven algo común y habitual : )

Los límites nos hacen sentir valiosas, fuertes, poderosas.

En siguientes post te seguiré hablando de límites como una de las mejores maneras que tenemos para cuidarnos y que nuestra autoestima siga floreciendo. Como dicen por allí: "nunca salgas sin tu traje de límites puesto".

Un abrazo y hasta muy pronto!

Adri Solís

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *